Nos remontamos a noviembre de 2011. Un
par de semanas después de terminar una relación de dos años. Era
mi primera fiesta como soltero y no defraudó. Compré las entradas
dos meses antes y me coincidieron con un Madrid-Barça. Tuve que
regalárselas a mi hermano y comprar otras para otro día. Daba
igual, era la confirmación de Vetusta Morla como una de las grandes
bandas de España. Cinco llenos seguidos en la Riviera.
El modus operandi de los muchos
conciertos de la Riviera a los que voy siempre es el mismo. Primero
unos pelotis en el mismo bar, a unos 100 metros. Está lo
suficientemente apartado como para no llenarse. En un concierto de
Leiva en ese bar de viejos entro Guti con Romina Belluscio y puedo
decir que es una mujer preciosa. Y Romina también.
Era mi primer concierto del grupo de
Tres Cantos. Había mas pasta en las gafas de la gente del respetable
que en una fábrica de Pastas Gallo. Mucho moderneo y aún más
postureo. Fui con dos amigos periodistas. Carlos e Israel, que se
sobrepuso a una gastroenteritis para venir. Aunque tuvo que hacer
alguna que otra visitilla tonta a los muy asquerosos baños de La
Riviera.
El concierto fue espectacular. En la
primera canción, 'Los días raros', ya se habían metido a los miles
de fieles presentes en el bolsillo. Es impresionante como suenan
estos chicos. Y la fuerza del mojabragas Pucho, mito erótico por
excelencia de las modernas de Malasaña, es radicalmente opuesta a su
extrema delgadez. Para mí, la voz más característica de la música
española junto a la de Manolo, cantante de Astrud.
Fueron dos horas de apoteosis musical.
Rematada con una performance con un barril que Pucho usaba de instrumento
acústico. Fue mi primer concierto de Vetusta Morla. No ha sido el
último. La última vez que los vi fue en el Circo Pryce con la
orquesta de Murcia en un genial experimento -el vídeo es del primer concierto que hicieron juntos banda y orquesta-. Y habrá más.